Las formas en que la Biblia y la Iglesia Católica Romana se diferencian (página 9)

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El Purgatorio

La Iglesia Católica Romana no enseña a su gente a tener confianza en el perdón completo de sus pecados solo por medio de la muerte de Cristo. Tampoco les enseña que la justicia de Dios lograda por Jesucristo es posesión permanente de ellos. El resultado es que a los fieles católicos se les entrena para que nunca tengan seguridad completa de la salvación durante su vida terrenal ya que todavía pueden cometer “pecado mortal.” La redención del católico siempre depende de que mantenga su fidelidad a las doctrinas y prácticas de la iglesia.

Así que, a los católicos se le enseña que cuando mueren, si es que no han cometido pecados mortales (y con la excepción de la clase especial de creyentes a quienes llaman “santos”), todos van al lugar que la iglesia llama el purgatorio. El catecismo declara,

“Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

“La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y de Trento.” (Catecismo 1030-1031). Este concepto del purgatorio fue el que condujo a la doctrina católica antibíblica de rezar por los muertos (Catecismo 1032). A los creyentes católicos se les enseña que “es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados.” (Catecismo 958).