Vea esta página en: inglés (English) La doctrina de la Trinidad - que Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo - son cada uno de igual forma y eternamente el único Dios verdadero - es sin duda difícil de comprender, y sin embargo, es el fundamento mismo de la fe Cristiana. A pesar de que los escépticos la ridiculizan como una imposibilidad matemática, es sin embargo, una doctrina básica de las Escrituras como también profundamente realista tanto en la experiencia universal como en la comprensión científica del cosmos. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseñan ambos la Unidad y la Trinidad de la Divinidad. El concepto de que hay un solo Dios quien creó todas las cosas es enfatizado en repetidas ocasiones en Escrituras tales como Isaías 45:18: "Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso…" Un ejemplo del Nuevo Testamento es Santiago 2:19: "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan." Las tres Personas de la Divinidad son reconocidas al mismo tiempo en Escrituras tales como Isaías 48:16: "Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu." El que habla en éste versículo, obviamente es Dios, y sin embargo, El dice que ha sido enviado por "Jehová el Señor" (o sea, el Padre) y por Su Espíritu (o sea, el Espíritu Santo). La doctrina de la Trinidad en el Nuevo Testamento se hace evidente en versículos tales como Juan 15:26 en el que el Señor dijo: "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, él dará testimonio acerca de mí." Luego está la fórmula bautismal: "bautizándolos en el nombre del Padre, y del HIjo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19). Un nombre (Dios) - ¡y aun así tres nombres! Que Jesús, como el unigénito Hijo de Dios, en efecto dijo ser Dios igual al Padre, está claro en numerosas Escrituras. Por ejemplo, El dijo: "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso." (Apocalipsis 1:8). Algunos cultos enseñan falsamente que el Espíritu Santo es una influencia divina impersonal de algún tipo, pero la Biblia enseña que El es una persona real, tal como lo son el Padre y el Hijo. Jesús dijo: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir." La enseñanza bíblica con respecto a la Trinidad puede ser resumida así. Es una Triunidad en la que cada Pesona de la Divinidad es igual, completa y eternamente Dios. Cada uno es necesario y cada uno es distinto y aún así todos son uno. La tres Personas aparecen en un orden lógico y causal. El Padre es la Fuente invisible y omnipresente de todo lo que existe, revelado en y por el Hijo, experimentado en y por el Espíritu Santo. El Hijo procede del Padre, y el Espíritu Santo del Hijo. Con respecto a la creación de Dios, el Padre es el Pensamiento detrás de la misma, el Hijo es la Palabra que la trajo a la existencia, y el Espíritu es la Acción que la hizo una realidad. Nosotros “vemos” a Dios y Su gran salvación en el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, y luego “experimentamos” esa realidad por la fe a través de la presencia y la habitación del Espíritu Santo. Aunque estas relaciones parezcan paradójicas y para algunos completamente imposibles, ellas son profundamente realistas y su verdad es profundamente innata en la naturaleza del hombre. De allí que el hombre siempre ha captado primeramente la verdad de que Dios debe estar "allí afuera", presente en todas partes y que es la Causa Original de todas las cosas, pero ha corrompido este conocimiento intuitivo del Padre convirtiéndolo en panteísmo y finalmente en naturalismo. De igual manera, el hombre siempre ha sentido la necesidad de “ver” a Dios en términos de su propia experiencia y comprensión, pero éste conocimiento que Dios debe revelarse a Sí Mismo ha sido distorsionado en politeísmo e idolatría. De allí que el hombre contínuamente ha eregido “modelos” de Dios, algunas veces en forma de imágenes esculpidas y algunas veces en la forma de sistemas filosóficos que pretenden representar la realidad esencial. Finalmente, el hombre siempre ha sabido que debe estar en condiciones de tener comunión con su Creador y de experimentar Su presencia “adentro”. Pero ésta profunda intuición del Espíritu Santo ha sido viciada con varias formas de falso misticismo y fanatismo y aun hasta espiritismo y demonismo. Así que la verdad de la Triunidad de Dios es innata a la naturaleza misma del hombre pero éste frecuentemente la ha distorsionado y ha puesto un dios falso en su lugar. 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