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En 1898, apenas catorce años antes de que el Titanic hiciera su travesía inaugural, el escritor Morgan Robertson publicó su libro Futilidad o El Hundimiento del Titán. En él se narra la historia de un enorme transoceánico, el cual había sido construido pensando en que jamas se hundiría. Al igual que el Titanic, este transoceánico hacía su viaje inaugural desde La Gran Bretaña hasta Nueva York en el mes de abril con dos mil personas abordo. Otra similitud con el Titanic es que además esperaba esperaba cruzar el Océano Atlántico en un tiempo récord y también chocó contra un témpano de hielo de proporciones gigantescas. La similitud entre las dos naves no sólo se reduce a los nombres de las dos naves, sino también en que casi todos los pasajeros y tripulantes mueren por falta de botes salvavidas. Pero lo más extraordinario de todo es que esta narración tiene una increíble y muy cercana similitud con el plan de salvación que nos presenta la Biblia. De la misma manera que la lujosa embarcación se estrella contra el enorme témpano y se hunde, este mundo con todos sus habitantes se esta hundiendo lentamente en las frías garras de la muerte. Y de la manera que sucedió con los pasajeros del Titanic, sólo aquellos que se percataron del inminente peligro en que encontraban, buscaron la seguridad de los botes salvavidas. Así que, sólo aquellos que se dan cuenta del mortal peligro en que están, buscarán el bote salvavidas del Salvador, el Señor Jesucristo. El gigantesco témpano que terminará por llevar al mundo a la helada tumba es la Ley Moral, "Los Diez Mandamientos". A continuación presentamos la evidencia de que nos estamos hundiendo: El Señor Jesucristo dijo que si miramos con lujuria, cometemos pecado de adulterio en nuestro corazón. En otro pasaje de la la Biblia dice que ninguno que tenga sexo fuera del matrimonio, o que sea mentiroso, o ladrón, entrará en los cielos. La Biblia también dice que si odiamos a alguien, nos hacemos culpables de asesinato. Nuestro gran error ha sido no poner a Dios en el primer lugar de nuestra vida. Hemos creado un dios a nuestra imagen. Hemos quebrantado cada uno de los mandamientos. Si permanecemos en esta nave, con toda seguridad pereceremos en el Día del juicio cuando todos nuestros pecados surjan como evidencia de nuestra culpabilidad. Dios, sin embargo, es rico en misericordia y no quiere que nadie termine en el infierno, por eso planeó una manera efectiva de impedirlo. El Señor Jesucristo, aquel a quien en la Biblia se le llama el "Capitán de nuestra salvación", dio su vida para que nosotros tuviéramos un lugar seguro en la nave de la vida. En la cruz El recibió sobre sí mismo el castigo y sufrimiento que nosotros merecíamos. Nosotros fuimos los que quebrantamos La Ley; pero fue El quien pagó lo que nosotros debíamos. Luego se levantó de entre los muertos, después de vencer la muerte, y esta vivo para dar vida. En el momento en que nos arrepentimos y confiamos en El como el único que nos puede dar salvación, Dios nos perdona y nos otorga el regalo de la vida eterna. No dudes. Podrías relegarlo demasiado tiempo. Se sabe que algunos de los botes salvavidas que abandonaron a tiempo el Titanic sólo iban ocupados a la mitad de su capacidad. Esto sucedió porque muchos se rehusaron a creer que el “inhundible” Titanic se iría a pique. Perecieron en las heladas aguas porque depositaron su fe en el objeto equivocado. ¡No seas como ellos! Cree el Evangelio. Arrepiéntete y confía en el Señor Jesucristo hoy mismo. Lee la Biblia diariamente. Obedece lo que lees, y Dios nunca te fallará. Autor: Ray Comfort. También está disponible en forma de tratado. Christian Spotlight on the Movies: Review of Titanic. www.ChristianSpotlight.com |